Dicen
que las golondrinas
se refugian
en algún lugar del cielo.
Allí van a morir
como los poetas mueren
pero no
en verdad digo
viven en una estrella exacta.
C.M.
del libro: Los Flamencos de Ansenuza y otros poemas
-Alción editora, 2022-
Dicen
que las golondrinas
se refugian
en algún lugar del cielo.
Allí van a morir
como los poetas mueren
pero no
en verdad digo
viven en una estrella exacta.
C.M.
del libro: Los Flamencos de Ansenuza y otros poemas
-Alción editora, 2022-
DE LA GOLONDRINA AL PEZ - HAIKU (editorial leviatán, abril 2021).
Haiku, silbo, afán de brevedad, para retratar el viaje- navegación concretado durante el mes de enreo del año 2014.
De la Golondrina al Pez, es un diario, bitácora, o memoria de viaje; logrado intento de unir la Isla de las Golondrinas (Argentina) con Isla Negra (Chile), tomando como punto de referencia y partida, la veleta con forma de Golondrina que gira en lo alto de mi hogar, y como punto de referencia y arribo, la veleta con forma de Pez, que gira en lo alto del que fuera el hogar del poeta chileno Pablo Neruda en Isla Negra.
Forman parte de este viaje, los otros dos lugares de residencia de Neruda: La Chascona en Santiago de Chile y La Sebastiana en Valparaíso.
Viaje golondrinesco para celebrar la vida con sus vuelos. Migrar vivificante, sonido de una intemperie sin fin. Vivir no es quedarse, es partir. El haiku es ejercitarse en el arte de despedirse (sabiamente nos recuerda Octavio Paz)
En la tradición budista, el camino sugiere cambio, tránsito, renacimiento con cada paso. Devenir y sentimiento que se suceden incesantes como el minutero de un reloj. Por ello el afán de reproducir exactamente aquello que conmueve, y nos humaniza. Descubrir la simplicidad profunda de la naturaleza.
C.M.
Oda a Varlam Shalámov
Aquí al borde del río
con su murmullo efímero
mi mirada contempla
Vologda
busca a un gigante
y descubro sus pasos.
Hay huellas
son doradas
encendidas
huellas de gigante
de un color nuevo
de un sonido nuevo.
Luz cenital
constelación de fuego
borbotón de esperanza
que en los Urales late
late en Vischera
en la Siberia del Kolimá
late.
Un ayer de ayeres
de leñador y leña
de tala y bosque y tala
de gemidos y hambruna
tiritando en el crepúsculo
tiritando tiritando
¿Y dónde estaban los otros con sus pieles?
¿Qué canto sin voz cantaban?
Un ayer
de verdugo negro
de un tremolar urente
de lágrimas
abismándose en la nieve.
¿Y dónde estaban los otros con sus pieles?
¿Qué canto sin voz cantaban?
El gigante
es una estrella
un mito
una palabra
emigrada del infierno.
Gigante de gigantes.
Orfeo azul.
Aura invencible y fugaz.
Hay una senda
un mojón
huellas de fénix
sobre la tierra blanca.
Hay un ayer herido.
Un combate de osos en la noche.
La sombra de una garra
sobrevuela
el pan
la leche
la palabra.
Aquí al borde del río
emerge
entre la neblina sorda
un tornado de recuerdos.
Gulag dantesco
patíbulo siniestro
cárcel de hielo.
Sin embargo
desde una soledad de nieve
el corazón perdura.
Los poemas sostienen.
Carlos Martian
TOBY “EL PERRO FIEL”
Esta
es la historia de Toby, un simple perro, protagonista de un capítulo mágico en
la vida de los habitantes del pueblo de Capilla del Señor, en la provincia de
Buenos Aires.
Según
se cuenta, al morir su amo, Toby acompañó el cortejo fúnebre desde el Templo Parroquial
al cementerio local.
A
partir del luctuoso hecho, Toby nunca más regresó a la casa que había
compartido con su amo. Desde entonces, la sombra de un cedro, situado frente al
Templo Parroquial, en la plaza San Martín, pasó a ser su nueva morada.
Algo
similar a lo que sucedió con Hachikō, aquel perro japonés que murió en
1935 frente a la estación de tren de Shibuya, tras esperar a su amo inútil e
incansablemente durante más de 10 años.
Los
lugareños recuerdan, que cada vez que tañían las campanas por algún muerto,
Toby alzaba su mirada hacia el atrio de la iglesia. Su mirada como encendida
por un fuego inexplicable, que solo los duendes del misterio conocen. Su mirada
tratando de alumbrar el ayer, aguardando dócilmente unos pasos que jamás regresarían.
Luego,
el ritual era conocido. Toby esperaba la salida del féretro, y seguía al
cortejo fúnebre hasta el cementerio, regresando finalmente, una vez más a la
plaza que le brindaba cobijo.
Dicen
que Toby era llamado “el perro fiel”, y que ya viejo, fue llevado al Corralón
Municipal para sobrellevar los últimos crepúsculos.
El
pueblo de Capilla lo recuerda, y en su homenaje erigió una placa, en el mismo
espacio donde Toby montaba guardia, esperando vanamente el regreso de su
compañero humano.
Pensemos
que en algún rinconcito del universo, Toby, “el pérro fiel” se ha reencontrado
con su viejo amigo.
Carlos Martian - del libro: "Los Flamencos de Ansenuza", Alción editora, año 2022.
foto tomada por el autor ISOLINA SALDAÑA CAPITANA DE PÁJAROS vive en Merlo San Luis y todos los días a la misma hora alimenta ...