Andanzas
del Lazarillo de Tormes
Hace pocos días
arribó a Buenos Aires
desde Salamanca
un irónico visitante
persona del bien
-como dicen-
un astuto buscavidas
un domador de ratones
comendador de la logia de los grillos
y de la confraternidad de estrellas.
Nos conocimos en Toledo
y es huésped en mi casa
nos place conversar.
¡Qué deleite! escuchar
su pasado de desventuras
sirviendo a seres avaros
hipócritas y embusteros
El fin de semana pasado
recorrimos algunas plazas
las calles de San Telmo
-poco queda del mercado-
entramos a una iglesia
y a una sinagoga.
Entrada la noche
nos topamos con varios mendigos
él saludó a uno por uno
y abrazó en un abrazo interminable
a las pibas y pibes de la calle.
Las callecitas de Buenos Aires
tienen un 2 por 4
un nacimiento agonizante
de espectros en harapos
un misterio agridulce
de duendes en los bares.
Una magia obstinada en vivir.
No había nada que explicarle
a mi renacentista visitante
experto en decadencia social
sobreviviente de las mil y una
esperanzas marchitas.
No había nada que explicarle
a mi renacentista visitante
pescador de mendrugos
arlequín jovial de la picardía
caballero paladín del viento.
Su anacrónica visita
pasó desapercibida
si no fuera por el fardel
y las prendas que lucía
jubón desde los hombros a la cintura
y calzas de lino de color terracota.
Antes de marcharse pidió
despedirse del hidalgo
Don Quijote.
La escultura de la calle Lima
sin bajar de su flaco rocín
con la parte plana de su espada
tocó los hombros del visitante.
Luego
ambos se miraron fijamente
crepitando un fuego interior
y Don Quijote dijo:
habrá que prepararse
para reconquistar sueños imposibles
y lanzarse
lanzas
en ristre.
Eso fue todo
C.M.
No hay comentarios:
Publicar un comentario