Erri De Luca el 15 de marzo de 2016, visitó la ciudad de Buenos Aires , y participó de una entrevista realizada por Elizabeth Devriendt. El encuentro fue tan especial como su obra.
Como se dice en la jerga, y como le gustaría a Erri, habida cuenta de su pasión por el alpinismo: "logramos hacer cumbre".
"Vedere Napoli e dopo morire"
Fue sumamente grato el
encuentro con Erri De Luca, por todo lo que connota su esencia Napolitana.
Estuve en la ciudad de Nápoles en diciembre del año pasado y pude comprender y
convivir con los contrastes que laten en la ciudad, con las costumbres de sus habitantes.
La fuerza de la naturaleza, el misterio del viento que cabalga un territorio
circundado por colinas, y un mar que nos regresa a un pasado en un
continuum renacimiento. Firme con una serenidad estoica, percibimos como nos
contempla el Vesubio, con sus leyendas a cuestas.
Nápoles es un anfiteatro
natural de colinas semicirculares que emerge sobre una bellísima bahía
salpicada de islas como Isquia y Capri. Una ciudad que está en el centro de ese
escenario natural que se extiende entre las colinas y el mar.
Sobre la bahía hay un volcán:
el Vesubio, que tiene una larga historia: en el primer siglo de la era
cristiana destruyó Herculano y Pompeya, dos grandes ciudades cuyas ruinas están
cerca.
"Napoli, en griego
"ciudad nueva" es además la capital histórica de la canción italiana,
de las fiestas tradicionales, las luces, los sonidos y los fuegos artificiales
de Piedigrotta. Por su riqueza histórica, artística, cultural, y gastronómica,
fue declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.
Después de visitar la ciudad,
en una carta que escribió el 28 de mayo de 1787, Goethe alabó "la fiesta
del placer que se celebra todos los días en Nápoles", y un joven viajero,
Mozart, se impresionó "por esa extraña y tumultuosa fiesta, aristocrática
y popular al mismo tiempo".
El poeta Virgilio llegó a
Nápoles en el 48 a.c. Giovanni Boccaccio trabajó y escribió en
Nápoles.
Fue el escritor norteamericano
Melville quien percibió esa cercanía. Dijo: "En las costas occidentales de
Italia, en una bahía, una montaña incandescente..."
Melville se animó a
interpretar la alegría de los napolitanos y escribió: "Comed, bebed y
alegraos, ya que mañana se muere; ésta es la lección que el lugar le ha
enseñado a los napolitanos; la belleza asociada al peligro".
Más recientemente también el
poeta norteamericano poeta Jack Hirschman, ha pasado por Nápoles y leído
algunos de sus poemas.
Por ello aquello tan cierto que
repite el dicho popular: "Ver Nápoles y después morir".