HOLODOMOR
Holodomor significa en ucraniano: asesinato por
hambre o inanición. La palabra hambre procede
del bajo latín famis, famĭnis, y
este, del latín clásico fāmes, fāmes ‘hambre’,
‘falta de víveres’.
Este Holocausto ucraniano transcurrió en la ucrania
soviética entre 1932 -1933.
En menos de 2 años, y según cálculos de historiadores, sobre la base de
fuentes de los archivos soviéticos, indican un número de entre 3 a 3,5 millones
de muertes, de ellos un gran porcentaje eran
niños.
Atrás quedaría aquella Ucrania, granero del antiguo
imperio soviético.
Un plan ideado por Stalin. Desierto de compasión.
El objetivo: doblegar a los campesinos, quienes se
oponían a la colectivización forzosa de sus tierras. Reprimir cualquier forma
de rebrote de nacionalismo ucraniano. Nace el conflicto con los Kulaks –campesinos terratenientes- rebeldes
a las medidas impuestas.
Los campesinos propietarios y sus familias fueron
desalojados, únicamente con lo puesto. Lo que había en la casa quedaba para el
consejo del pueblo. Se fijaron impuestos extremadamente elevados sobre las
cosechas, a través de brigadas de incautación, se incautaron alimentos, se
confiscaron productos, y los propietarios fueron desalojados.
El Estado soviético pasó a controlar la
producción y la distribución de las cosechas. Se cerraron las fronteras con Ucrania, tornando
imposible la huida, aniquilando la posibilidad de supervivencia.
Nadie jamás olvidaría la efectividad de aquella
arma letal: una Hambruna organizada deliberadamente.
Temiendo acciones contrarrevolucionarias, Stalin
incrementa el nacionalismo ruso en sus políticas, endurece sus medidas, y en 1932 se aprueba la ley de las espigas, por la que se podía fusilar incluso a
quien robara de las cosechas.
Se inicia un sistemático exterminio de los
intelectuales, 5000 prominentes científicos; universitarios, poetas y artistas,
que se destacaron durante la independencia de Ucrania, son arrestados bajo la
acusación de pertenecer al SBU, una organización secreta, que los soviéticos
entendían estaba planeando una insurrección armada. Solo 45 de ellos van a
juicio público.
Se marchitan los girasoles. El campo queda mustio, sin
la luz que irradia cada girasol, la flor nacional de ucrania, símbolo de vigor,
y reencarnación de la fuerza vital.
Gira el tiempo y el presidente ucraniano Víktor Yúschenko aprueba en 2006 la ley sobre el Holodomor, que declaraba el genocidio contra su
pueblo. Polonia, Canadá o los países bálticos, entre otros, lo han condenado
como un genocidio, mientras que España, Italia o Argentina lo consideran un
acto de exterminio. La ONU y la Unión Europea, por su parte,
califican el Holodomor
como “hambruna artificial”.
Para los griegos el tiempo era circular. Sísifo
eleva la piedra, y la piedra cae, y volverá a elevarla, y cada vez más pesada,
la piedra volverá a caer. Un eterno retorno, el devastador y pesado destino del
crimen y la guerra. Ahí la tragedia del pueblo de Ucrania.
Mientras tanto la aguja gira, surcamos el año 2023, nuevamente el campo mustio, marchito de girasoles.
C.M.
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