20.10.18

El Hombre de los Gatos por Carlos Martian



El Hombre de los Gatos 

Monté en la Golondrina Azul, moto con la cual había visitado meses atrás el Fin del Mundo (Usuahia). Surqué la autopista Buenos Aires - La Plata. Por debajo, el río conocido como Riachuelo, de aguas luminosamente oscuras como un espejo negro, como Reflejos, aquel óleo de Quinquela Martin.

Puse proa rumbo a la ciudad de Mar del Plata.

Horas después: el Sr. Mar.

Rodé por la ciudad marina, conocí el faro de Punta Mogotes de cinco franjas blancas y rojas.

El último día caminé por el paseo costero. Al llegar al mirador Cabo Corrientes, una manada de gatos sobre el afloramiento rocoso. Un hombre que les repartía agua y comida trepó entre las rocas, y se apoyó sobre el murete costero como si fuera el balcón de su casa.

 —¿Los gatos no temen el furor del mar?   —pregunté .

 —Los gatos son el espejo de uno   —aseveró.

Habló, hablamos de filosofía, de sabiduría oriental, del respeto por los animales. Dijo ser vegetariano. Gustavo, así se llamaba, y sus gatos, llevaban 6 años viviendo sobre las rocas, a pasitos del mar. Atrás había dejado, el empobrecimiento y la narcoviolencia de su querida ciudad: La Plata.

Recordé la frase del Sutra de Diamante: El mendigo no es el mendigo, y es por ello que le llamo mendigo.

La gente continuaba circulando, remeras fluorescentes, auriculares ensimismados, autos de vidrios polarizados.

Supe, no se trataba de una SITUACIÓN DE CALLE, se trataba de una SITUACIÓN DE MAR.

Mientras que en alguna mesa del  casino giraba una nueva bolilla, se posó en mi mente la nieve de París del 54, el Abate Pierre.

Al amanecer, y antes de partir, decidí pasar a despedirme.

Entre la bruma y la brizna:  ¡Gustavo, Gustavo!   —grité.

Enarboló sus ojos de mar entre las rocas, luego subió hasta el murete, le entregué una bolsa con frutas. Nos estrechamos las manos silenciosas, y una lágrima alzó vuelo, tras el visor del casco.

C.M.

artículo publicado en Revista Industria Argentina, (Comunidad Cultural barrial de Saavedra, N°73, julio-agosto 2018), por Carlos Martian


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