-fotografía del autor: Escultura de Julio Cortázar en los Jardines de la Biblioteca Nacional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, escultora Yamila Cartannílica-
Oda a Julio Cortázar
Al sonar el último round
se debe bajar.
¿Bajar? ¿Bajar?
No importa la mano en alto
o los ojos desvencijados.
Lo importante es que la obra
siga latiendo.
Latidos o campanadas.
Susurros o tempestades.
¿Bajar? ¿Bajar?
en algún momento hay que bajar.
Por Orfeo que las Musas
sigan acompañando.
Sin ir más lejos Johnny
Johnny Carter
sigue soplando jazz
y los sueños del soñador
de Banfield
han abandonado la casa
y no la han abandonado.
Aunque
no sé muy bien
como lo hacía
y esto no es un homenaje
y solo cuento
lo que me han contado
lo que me han contado.
Cuando solitario caminaba
descubriendo un axolotl
que temblaba bajo el agua
y caminaba
solitario caminaba
en días lluviosos
bajo la lluvia
sin mojarse caminaba
entonces
alzaba sus brazos infinitos
y atrapaba relámpagos y truenos.
Truenos y relámpagos
que luego mientras fumaba
convertía
en fábulas y estrellas.
Cortázar de los Cortázares
y el chirrido de la erre
mal dormida
vaga por las calles de París.
Cotázar de los Cortázares
Noctámbulo resplandeciente
suerte de gorrión y de fénix
vaga por las calles de París.
La niebla de Buenos Aires
trae tus terrones de metáforas.
Julio del tizón encendido.
Autonauta enamorado.
Abracadabra de Rayuela.
Aunque
no sé muy bien
como lo hacía
y esto no es un homenaje
y solo cuento
lo que me han contado
lo que me han contado.
Mientras el agua del Sena
transcurre
entre los bouquinistes
murmuran que lo han visto
su imagen lánguida
su niño triste.
su alma de jazz.
C.M.
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