Michel Houellebecq en Buenos Aires
Domingo
13 de noviembre y una copiosa lluvia caía sobre la plazita Serrano. Elegimos
el resto-bar Madagascar, mientras aguardábamos la hora del encuentro en Borges
1975 con Michel H.
Las
amplias ventanas del primer piso, nos permitían contemplar la quietud gris de
la calle. La sensación de hallarnos como en un faro a la espera del arribo de
alguna nave fantasma.
¿Por
qué recalé en Madagascar? (nombre de la isla del océano Índico). Luego supe que
Michel había nacido en Saint-Pierre, isla de La Reunión, Francia al este de
Madagascar. ¿Casualidad o causalidad?
Sentí
una montañosa alegría, cuando escribió su frase en la antología de poesía ( de
Anagrama) que lo tiene como autor. Con mano silenciosa dijo: ”Pour le poete
Carlos Martian, Michel Houllebecq”.
Recordé la historia de su amado perro, y alcancé a decirle en inglés: que me
despertaba un gran emoción la historia sobre su perro: Clement, y él solo
respondió: is dead.
De pronto sentí caer un telón de solitaria tristeza: la penumbra del lugar,
la seriedad del piano. La escena me recordaba la canción que solía cantar
Gilbert Becaud, Quand Il Est mort Le
poète (Cuando murió el poeta).
Antes de salir, y detrás de mí, una niñita llevaba entre sus manos un peluche
del Principito.
Allí entonces recordé, el significado de la palabra poesía.