27.2.22

Ucrania, mientras suenan las sirenas, la nieve cae.

Ucrania, mientras suenan las sirenas, la nieve cae.

Chaya Pinjasovna Lispector, o simplemente Clarice Lispector, nacida el 10 de diciembre de 1920, en Chechellnik (República Socialista Soviética de Ucrania). Luego de la revolución rusa en 1917, y debido a la persecución de los judíos, su familia emigra en 1922 a Brasil. Tomó un nombre portugués, y Chaya se convirtió en Clarice.

En 1944, y en plena Segunda Guerra Mundial, realiza su primer viaje a Europa, (Nápoles). Durante el conflicto, prestó auxilio en hospitales a soldados brasileños heridos, y​ fue voluntaria con el cuerpo de enfermeras de la FEB (Fuerza Expedicionaria Brasileña).

¿Qué nos diría hoy Clarice?

¡Clarice! Ucrania, tanques, misiles. Un bebé nace, un bebé muere.

Escucho la radio, corresponsales en línea, hablan de invasión, relatan una escena conmovedora, y repiten finalmente que el amor siempre triunfa. Cumplen su misión. Intento de dulcificar el crimen y el horror de las armas.

Más atroz que la guerra, son las secuelas de la guerra. Las víctimas de la guerra emprenden diferentes viajes, muchos de ellos, sin retorno. La parálisis y el éxodo. El alcoholismo, y otras adicciones; la alienación y el suicidio; la ira o el abatimiento crónicos.

 Los argentinos vivenciamos una guerra inútil y absurda. Creemos haber conocido la desesperación y la esperanza; la indiferencia, y la solidaridad.

Los argentinos conocemos también algo de la disociación psíquica. Personas en tiempo de guerra,  perplejas, contemplando las imágenes de un partido de fútbol, frente a las pantallas de televisión.

En estos tiempos apocalípticos, rige el Imperio del psicópata. Actualmente, ya sus rasgos no espantan, ni asombran, se ha logrado naturalizar la manipulación y la violencia. Cosificar al Otro. Otro: simple número para estadísticas y censos.

Personalidades de acción, vanagloriadas por los mass media, se mueven como peces en el agua, localizan a sus víctimas, radarizan y tienden redes, hilos del mover, transacciones y mercancías del ir y venir, interdependencias psicopáticas  que se expanden como las raíces de las cañas bajo tierra.

El juicio psicológico de una persona abarca cuatro etapas. La persona identifica, relaciona, compara y valora. El psicópata no valora, manipula, cosifica, utiliza. Así las cosas, nada es lo que parece, un efecto de Mamushka Rusa. ¿Dónde está? ¿Quién lo tiene?

El goce ante la crueldad, y el sufrimiento de los seres vivos, un ingrediente imprescindible, y necesario. Entre cálculos fríos, accionar y avanzar, en medio del descalabro, el pánico, y la sumisión. Escarmentar es reinar, y el fin justifica los medios.

¡Oh Clarice! Ucrania, tanques, misiles. Un bebé muere, un bebé nace.

Permítanme recordar a la poeta española: Gloria Fuertes, quien  conoció el horror de la guerra, y en su singular poema: “¿Dónde vas Carpintero?”, nos dice …”Yo me voy a la guerra para pararla”.

¿Cómo se para una guerra? Absurda guerra. Absurdas guerras.

Tarás Shevchenko, poeta ucraniano, nació en   Móríntsi, 9 de marzo de 1814.

Su obra legitimó el idioma ucraniano como lengua de cultura y la cantaba y canta el pueblo ucraniano, impulsando a más escritores a escribir en la lengua ucraniana, hasta entonces considerada por muchos como un dialecto del ruso.

Dentro de los muros de la prisión, mientras esperaba sentencia, escribió una pieza lírica excepcional, el poema “El huerto de los cerezos al lado de casa...”. Su amor inquebrantable hacia Ucrania, lo expresa en el poema: “No hace la diferencia para mí”.

Tarás Sevchenko, pasó los últimos años de su vida escribiendo poesía y pintando, pero tras los años de exilio, su salud se deterioró y murió en San Petersburgo el 10 de marzo de 1861.

Es febrero 2022, todavía estamos atravesando las secuelas de una pandemia, y el coloso de Goya, en un aquelarre sordo de locura y muerte sigue deambulando por el mundo.

Ucrania, mientras suenan las sirenas, la nieve cae.

Les dejo un poema del poeta Tarás Schvchenko.

 

No hace la diferencia para mí

 No me importa

si viviré o no en Ucrania

o si alguien pensará en

mí en medio de la nieve y la lluvia extranjeras.

No hace la diferencia para mí.


En la esclavitud crecí en medio de extraños, sin ser

arrastrado por ningún pariente mío;

En la esclavitud ahora moriré

y desapareceré sin ninguna señal.

No dejaré el menor rastro

sobre nuestra gloriosa Ucrania,

nuestra tierra, pero no como la nuestra.

Ningún padre le recordará a su hijo

ni le dirá: "Repita una oración,

una oración por él; por nuestra Ucrania.

Lo torturaron en su guarida".


No me importa

si ese hijo dice una oración o no.

Para mí es una gran diferencia que la

gente malvada y los hombres malvados

ataquen nuestra Ucrania, una vez tan libre,

y la roben y saqueen a voluntad.

Eso hace una gran diferencia para mí.


Tarás Shevchenko,

prisión de la ciudadela de San Petersburgo, mayo de 1847

Traducido por Clarence A. Manning, Universidad de Columbia, Nueva York, 1944

 

 

Ucrania, mientras suenan las sirenas, la nieve cae. Por Carlos Martian.

 

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