Palabra que viene
del verbo latino natāre. Desplazarse
en el agua, ejecutar los movimientos necesarios, sin tocar el suelo ni otro
apoyo.
Nadar, con cada
braceada el minutero avanza y retrocede.
El agua circula,
fluye, envuelve. Los pensamientos levitan. Despierta el mito griego de Hero, y su amado Leandro.
Hero, sacerdotisa
de Afrodita, vivía en una torre en el Helesponto y Leandro vivía al otro lado
del estrecho y se amaban en secreto, pues sus padres se oponían. Para verse, los
jóvenes llevaron adelante un plan. Hero encendía una lumbre en lo alto de su
torre y Leandro se guiaba por la luz, como si fuera un faro, y así él cruzaba a
nado para unirse con su amada.
Nadar. Amar. Nadar.
Una noche se
desató una furiosa tormenta. Hero se había quedado dormida, sin darse cuenta de
que la lumbre se había apagado. Leandro luchaba con las imbatibles olas del mar
y al no ver la luz, se perdió y se ahogó. Hero descubrió el cuerpo exánime sobre la playa, y
desolada se quitó la vida. Las doloridas burbujas de agua ascendieron, y como estrellas cubrieron el cielo, recordando esta bella leyenda de amor
eterno.
Nadar. Amar.
Nadar.
Palpita el crepúsculo con sus reflejos ilusorios sobre el agua. Nadar y sumergirse, refugiarse en la acuosa ingravidez. Regresar a un lugar seguro, donde el tiempo y el silencio fluyen, y se abrazan con el misterio fugaz de la vida, y de la muerte.
C.M.
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